martes, febrero 07, 2006
Esperanza de Vida
El joven médico contempló a la anciana paciente antes de entrar a la sala de Terapia Intensiva. A través del cristal de la puerta, no pudo dejar de admirarse de la gran cantidad de sondas, cables, vías y otros artilugios que entraban o salían de aquel cuerpo torturado.
Se cambió de ropa y entró, saludando al personal y dirigiéndose a un lado del lecho de la anciana.
- Hola, mi vieja - dijo, obviando desde hacía ya varios días preguntarle cómo se sentía.
Por toda respuesta, la anciana le guiñó un ojo con picardía.
Una enfermera se le unió al joven galeno y, en pocos minutos, pusieron todo en orden.
- Sigue muy mal -apuntó la enfermera-. Su único progreso ha sido destetarla del respirador, pero sus riñones están inservibles, sus...
La mente del joven se fue, lejos en el tiempo y la distancia, y empezó a imaginar una escena que la anciana le refiriera semanas antes, cuando su salud no había menguado como una rosa arrancada del rosal.
Tenía ella 18 años, y su padre la había llevado a ver el mar por vez primera. El automóvil la dejó en la orilla de la playa; ella se levantó la falda ondeante hasta los tobillos y jugueteó con la espuma que las olas traían hasta la orilla. Al poco rato, ya más envalentonada, miró a su padre a los ojos; éste le sonrió con la mirada y ella, de una corta carrerilla, se hundió hasta los tobillos en las aguas cristalinas e inquietas.
De inmediato dio media vuelta y repitió en sentido contrario su atrevida trayectoria.
Atento a todo cuanto acontecía, su papá la alzó por las axilas en el momento que una ola, más grande de lo habitual, pasaba bajo los pies de la muchacha.
El crepitar del Sol, el cántico del mar, la danza alocada de la brisa, hizo que ella por vez primera y última le dijera a su padre:
- Lo quiero mucho, Papá...
El padre no respondió. Miró a lo lejos, y preguntó:
- ¿Por qué a veces veo la vida especialmente hermosa?
Y ese fue todo el relato. Ella nunca contó qué pasó luego de esa pregunta.
El joven doctor fue sacado de su ensoñación por la voz de una segunda enfermera. El Jefe quería hablar con él.
-Aló.
-Doctor, ¿quién dio la orden de extubar a la paciente?
Ni siquiera lo saludaba. El Jefe era inflexible, académico, distante, un dios de la antigüedad clásica en la era del silicio, la fibra óptica y la comida chatarra.
- Yo. Tenía criterios claros...
Lo atajó:
- El único criterio claro aquí son mis órdenes. Esa paciente, consciente, es una amenaza contra su propia salud. Duérmala. Intúbela de nuevo. Es una orden. Y no necesito la opinión suya, de la vieja esa ni de nadie para hacer lo correcto.
El Jefe se refería a dos episodios ocurridos antes, en los cuales la paciente, en un aparente estado de sobreexcitación o crisis de pánico, se había arrancado vías y sondas, y habían tenido que sedarla y luego intubarla, para evitar males mayores.
- Lo haré ahora mismo, doctor.- Colgó.
Miró a su alrededor, primero a las dos enfermeras, luego a la anciana.
"Lo siento", pensó mirando a la anciana, la cual parecía un extraño animal de múltiples extremidades y órganos externos.
Dio las órdenes necesarias para una nueva intubación, mientras sentía que la hermosa mañana le caía como una pesada lápida sobre el pecho.
Se acercó de nuevo a la cama de la anciana sonriente.
- Mi doctor, ¿usted no cree que yo estaba loca porque quería quitarme este poco de cosas? - preguntó, señalando su periferia atestada.
- No. Sé que no estás loca.
- Disculpe si me he portado mal o lo he puesto en situacones incómodas. Es que, a veces, me canso...
El joven la mró detenidamente. Había un ruego sobre sus ojeras profundas, bajo sus ancianos ojos humedecidos.
- Vieja: tengo la respuesta.
Ella le sonrió.
- Dígala, mi doctor. Ya es hora de saberla.
- La esperanza. Es la esperanza. La esperanza de saber que es eterna...
De nuevo, esta vez más ampliamente, la anciana sonrió.
- Mi Papá lo sabía.
- Sí. Lo sabía - susurró el joven médico.
Y mientras la vida de la anciana iba languideciendo, él recitaba una oración, agradecido.
No permitió que nadie tocara el cuerpo o algún aparato. Como un cancerbero, pero de las puertas de un sitio ignoto, permaneció de pie mientras el alma de una chica se despedía del lastre que la ataba...
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18 comentarios:
Es mejor viajar lleno de esperanza que llegar
Proverbio japonés.
No elucubre tanto, porfavor
¡Del carajo! Y allí dejo la fuerza de mi -amado y añorado- padre
...
Todo lo mejor para ti.
PS: Mucho que comentar, y poco el espacio para hacerlo.
Coincido con Silmariat... tanto que comentar y tan poco espacio.
Recordé tantas cosas, que no haré las tarea del anagrama, pensaré en tu post camino a casa.
Linda historia.. lástima que haya médicos con el jefe..
No puedo sino sentir ganas de llorar con ésto, al igual que con el poema de mi post...lo único que queda como bien lo dijiste es la esperanza de sabernos eternos..me recordó a mi abuela Protheus, un caluroso abrazo
De vez en cuando visito su blog y ni siquiera tengo tiempo de comentarlo. En los últimos meses mi vida se ha convertido en un mar de cables, ir de un lado al otro de la ciudad (Caracas, su tráfico y ya no hay metro que valga), eso sin contar con lo del viaducto.
Espero solucionarlo pronto, compartir un poco más y comentarle como Usted lo merece.
En cualquier caso, gracias por entrar a este TU rincón y leerme.
:)
franchute: no elucubro. Lo grave del asunto es que, ls tres cuentos sobre médicos, son reales, ocurrieron. Yo solo los quise poner en perspectiva literaria, mi afición.
Tapioca: sé que entiendes.
Silmariat, Wiki: gracias por su presencia constante y alentadora.
Zeucita: los hay peores. Pero conozco algunos que son ejemplo de cuanto debe ser un ser humano. Por ellos trato de orientar mi vida. Existen, y son mis amigos o, al menos, inspiración.
Lycette: me puso los pelos de punta la coincidencia.
Dulzor: veo que tienes el tiempo tan comprometido que tuviste que dejar el mismo comentario copiado en varios blogs. tranquilo, amigo, aquí estaremos esperando.
Minina: un besito, niña.
Andrés: welcome back! Trato de hacer cortas las historias, acuciado por el medio bloguero, que así lo demanda. Cuando salga mi novela al papel, te aviso. Incluso "censuro" la ironía yel humor negro, pues escribo comprometido. otro día explico esto último. Agradezco la crítica. La tomaré muy en cuenta, viniendo de quien viene.
Que linda histyoria la esperanza es lo unico que nos queda para sobrevivir a alimañas como el Dr. Jefe.. viajar en el tiempo y sentierse eterno es un respiro de oxigeno dentro de nuestro planeta contaminado.
Un gran beso mi querido Protheus
Quede como gallo argentino despues de leer la historia :)
Qui Qui ri Quiii
Qui quiris qui to diga che.....
Cuando leí tu historia me vino inmediatamente a la mente la tesis de grado de mi hija en sicología, que se trata de la forma de enfrentar la muerte que tiene el personal de las salas de terapia intensiva!
Si ustedes que están acostumbrados a verla se afectan, que será de nosotros que nos enfrentamos a ella muy eventualmente
Ana Isa: ¡vaya regalo leer tu blog!
Carlos: esperándote el 18, te comento que por eso soy Traumatólogo, porque en esta profesión quirúrgica mía, la muerte no se presenta mucho. En Terapia Intensiva, me afectaba la partida de algunos pacientes y el dolor de los familiares. Aunque eso ha cambiado un poco, pues algunos ahora ven como sacarle un último billetico al muerto, y andan asesorándose con abogados, a ver si pueden demandar. Tiempos Modernos, diría Chaplin, si hubiera hablado.
pues.....
me ha tocado esta historia..
y tambien me ha traido un recuerdo..
saludos ♥
Estas historias donde chocan seres sensibles y seres insensibles, siempre me han impactado. Bonito relato, que gusta da leerlo.
PS: crei haber hecho un comentario en este post hace 3 dias, pero como que no fue así o lo soñé o me borraron los duendes mi comentario. Y yo emocionado "¡soy el primero encomentar este post!" buuuuuu jeje Saludos.
Mis mejores deseos para ti, que te vaya bonito.
Ah, y lo goliardo no quita lo caballero, hermano, eso siempre.
Salud.
Yo he visitado en varias ocasiones tu blog, y no te había hecho comentarios hasta ahora, por el asunto del tiempo, o cualquier buena mala excusa, y te digo que me dejas siempre un suspiro en los cuentos. Por favor no dejes de escribir estos maravillosos "cuentos". Bellísimos y super sensible. Besote...
No se ni que decir, solo me remonte a un hospital de mi ciudad con una persona que amé y amo profundamente y que sé que está en algún lugar del infinito universo.
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