miércoles, abril 26, 2006

Alarma en el Espacio

Un militar exiliado por haber intentado asaltar el poder, ataca de nuevo y revierte la pacífica vida de sus conciudadanos. Muchos se pliegan a los deseos del golpista por comodidad o avaricia ilimitada. El Presidente es forzado a apoyar la rebelión, por motivos que se desconocen.
Pero no todo es color rosa para los insurgentes: un pequeño grupo de personas, lo arriesgan todo por ofrecerle una salida a la crisis que se desata.

El texto anterior podría describir situaciones reales actuales en varios países. Pero esta novela para el público juvenil está ambientada en el año 2069, y se sitúa entre Venus y la Tierra.




El militar toma el control en la Tierra, pero la tripulación de una nave, prototipo avanzado aún para la época, logran escaparse y llegar a Venus, donde la resistencia los envía de vuelta en una misión suicida en rescate del Presidente, la única persona capaz de reestablecer el orden con mínimas consecuencias.

Alarma en el Espacio, escrita por el prolífico autor de novelas de ciencia ficción Nikolai Von Michalewsky, aka Mark Brandis, es un relato moralista sobre cambiar al mundo al cambiar nosotros mismos, lo cual la hace un viaje intimista, narrado en primera persona, en el cual el futuro es la excusa para plantear las preguntas que se formulan desde la prehistoria hasta... ¿cuándo?

Fiel heredero de la estructura narrativa verniana, Brandis es un pecador venial en lo referente a descripciones floridas y frases manidas, desarrollando una prosa con exactitud digna de la buena relojería, y un bosquejo justo de los personajes, dejando a la imaginación del lector los detalles, mientras él se basta iluminando el camino. Punto positivo para Mark.

A pesar de lo anteriormente dicho, y sin que haya contradicción, esta virtud de Brandis lo lleva al punto donde decae la novela: en el poco peso y en la estructura lineal de los personajes, todos arquetipos sin mayores sorpresas, individuos que solo sirven para justificar la trama, a pesar de estar perfectamente delineados en su carácter y papel, sin que se vea evolución de las personalidades ni en las emociones, lo cual es una lástima, pues nos deja pidiendo más del autor.

Es cierto: no se trata de alguna obra maestra de la literatura de ciencia ficción, pero los títulos de este autor alemán son muy populares aún hoy día, y el opresivo ambiente en el cual desarrolla el nudo dramático, está muy bien logrado en pocas palabras.

Por mi parte, tras la segunda lectura de esta obra, puedo sentirme sentado al frente de los controles del prototipo Delta VII, dispuesto a iniciar una nueva misión que me lleve a volar por el espacio sideral, gracias a la fuerza de la literatura.

martes, abril 25, 2006

La Isla Misteriosa

Con esta novela, Jules Verne cierra la trilogía iniciada con Los Hijos del Capitán Grant y continuada con 20.000 Leguas de Viaje Submarino.

En 1865, cinco hombres de la Unión permanecen presos en Richmond, Virginia, mientras la guerra de Secesión se desarrolla. Estos hombres escapan de las garras sudistas gracias al robo de un globo aerostático, pero una feroz tormenta los deposita en una isla desierta en medio del Pacífico.

Pronto empiezan a construir una nueva sociedad -sin futuro-, en armonía, con valores constructivistas, armados de ingenio y laboriosidad ideales.

Pero, bajo las aguas, algo o alguien acecha, actuando en ocasiones como bienhechor de los naúfragos.

Pronto se enteran de la existencia de otra isla en las cercanías, habitada por un singular ser humano. No bastando esta alteración del orden perfecto, un día avistan un barco pirata que se dirige hacia la isla. La confrontación es ya inevitable.

La tensión, el misterio, las descripciones - algunas del todo erradas, como la colocación en un mismo medio de animales tan distantes como el chigüire o carpincho y los canguros; pero en todo caso, me las tomo como licencia literaria de Verne -crean un clima de incertidumbre que solo se verá resuelto de una forma grandiosa y fantástica.

En esta obra, el capitán Nemo es redimido en su humanidad como pocos personajes de la literatura de todos los tiempos.

La prosa precisa, sin excesos ni omisiones, de Verne, lleva con esta obra al sitial de honor a la Novela Geográfica, y plasma una de las mejores novelas de aventuras que pueda leerse.

Cuando la lean, pongan atención al trato del tema racial, el orden social y el concepto de providencia de la época y del estilo verniano.

Creo que nadie que se precie de lector de novelas debería soslayar esta.

viernes, abril 21, 2006

MIENTRAS ESCRIBO

Tenía trece años cumplidos. Recuerdo que buscaba un disco de acetato de los de 33 y 1/3, de Love Unlimited Orchestra, con Barry White, o uno de Al Kooper, en el cual Janis Joplin aparecía como participante destacada por el meritorio acto de lanzar un grito en medio de una canción.
Pronto olvidé los discos. Allí mismo, en el cuarto de mi hermana mayor, en una biblioteca pequeña, casi a ras del suelo, vi un libro delgado, de tapa dura de color rojo, del inolvidable Círculo de Lectores, con una sola palabra en su lomo: CARRIE. Su autor: Stephen King. Lo tomé, me lo llevé y lo leí.
Años después, y aún hoy, leo casi todo cuanto escribe.
Pero, ¿por qué lo hago?
"Si no es más que un escritor comercial. Mejor lee otra cosa", me dicen, poniendo un dejo nauseoso en la palabra comercial.

Stephen King refleja como pocos escritores a la clase media norteamericana. Aún más allá, refleja con verosimilitud que a veces avergüenza, los pensamientos íntimos de cualquiera de nosotros. A veces pienso que eso por sí solo, es la base de su terror.
Pocos escritores logran balancear lo fortuito, casi casual de su escritura, con lo elaborado de la trama, sin caer en excesos que hagan decaer el ritmo de la narración. Pero no escribo para exaltar sus cualidades como escritor, muy debatidas desde hace décadas, ni para escribir otra biografía sobre él. No. Quiero compartir una experiencia reciente:
En Diciembre próximo pasado estuve haciendo tiempo, mientras esperaba
por otras personas, hurgando en los estantes de una librería. Allí vi, en español, un libro que hacía años había intentado leer en su inglés nativo:
On Writing, de King, por supuesto. Como niño frente al juguete de sus sueños, leí su portada, lomo y contraportada, lamentando que la edición no fuese en tapa dura. Tras unos minutos, dejé el libro y salí de la librería.
Pues bien, el 25 de Diciembre, el libro amaneció en mi poder, por una vía mágica que, aunque no siempre reconozco, es omnipresente en mi vida. Y lo leí y releí. Trata sobre los fundamentos de estilo que todo escritor debe tener. Dice:
Escribir una historia es contársela uno mismo. Al reescribir, debes eliminar todo lo que no sea historia.
Se empieza así: poniendo el escritorio en una esquina y, al sentarse a escribir, recordar el motivo por el cual no está en el centro de la habitación: La vida no está al servicio del arte, sino al contrario.
Usa la primera palabra que se te ocurra, siempre que sea adecuada y de vida a la frase.
Desconfía del adverbio.
Los defectos de estilo suelen tener sus raíces en el miedo.
Por fácil que parezca un idioma, siempre estará sembrado de trampas. Desconfía del adverbio. Escribir adverbios es humano; pero escribir "dijo" es divino.
Escribir es seducir. La seducción tiene mucho que ver con hablar con gracia.
Si no tienes tiempo de leer, tampoco tienes tiempo (ni herramientas) para escribir.
La gente que compra libros no se guía por el mérito literario de una novela. Quieren una historia entretenida para el avión, algo que los cautive desde el principio, que los absorba y los impulse a girar la página. Una manera de hacer sentir al lector dentro de la novela o cuento es que oiga ecos muy fuertes de lo que vive y piensa.
Escribir no es la vida. Pero puede ser una manera de volverte a la vida.
Releer este libro removió ese deseo truncado de mi niñez de ser escritor. Estoy escribiendo de nuevo, cada día escribo más. Y solo me queda decir:
Gracias, Stevie.
(Nota: me he tomada ciertas libertades al citar a King, sin cambiar el sentido de sus palabras).

lunes, abril 17, 2006

Más Allá de la Infancia

Dicen que fue un punto de quiebre en las series animadas.
¿Lo fue?
¿Cuál es tu experiencia con las comiquitas?

viernes, abril 14, 2006

Crusoe, o la vida según Daniel Defoe



Londres. Año 1660. Nace Daniel Defoe. Su educación inicial fue guiada por su familia a fines de investirse como ministro de la Iglesia Presbiteriana, carrera que pronto abandona para dedicarse a su mayor pasión: el comercio. Pronto Defoe se instala como exportador e inportador e inicia su larga y azaroza vida política con su primer escrito, a los 22 años.

Desde el punto de vista comercial, Defoe fue un astuto comerciante, aunque sufrió la ruina un par de veces, la primera de ellas debido al cerco marítimo impuesto por Francia a los barcos ingleses. Años después, moriría mientras permanecía escondido de sus acreedores. El comercio lo llevó a realizar numerosos viajes, lo cual holló el camino para su escrito inmortal.

Como político, Defoe fue lo que hoy llamaríamos un hábil camaleón. De esta forma, y a pesar de la vehemencia con la cual defendía sus posiciones, tanto en público como en sus escritos, pudo cambiar de color de acuerdo a las circunstancias, e incluso fue sacado de la cárcel en una de las varias ocasiones que fue su húesped, ¡para convertirse en espía del bando que lo encarceló!

Como literato, sus habilidades iniciales se forjaron en el duro crisol de la política, y no publicó un escrito en otro sentido hasta los cincuenta y cinco años de edad, cuando escribe la primera letra de la Primera Novela Inglesa: Vida y Extraordinarias y Portentosas Aventuras de Robinson Crusoe, de York, Navegante, un escrito concreto, llano, no dividido en capítulos, como suelen presentarnos ahora; esta novela recoge importantes y cruciales aspectos de la época que se solapan al devenir de la Humanidad. Pero, ¿por qué tardó tanto?

En primer lugar, para la época, la literatura de aventuras era considerada como un pasatiempo poco "serio", destinado a las clases dominadas. Salvo el picaresco relato precursor The Pilgrim's Progress, de John Bunyan, pocas obras merecían el respeto de los eruditos, lo cual contribuía al retraso en la eclosión de la novela como género. Robinson Crusoe, con su poderosa alegoría religiosa, con su apego al inglés como práctico creador y, sí, con su contenido político con las velas convenientemente izadas de acuerdo al viento imperante, caló hondo en el corazón de los nuevos tiempos.

En palabras del propio autor:

"La historia está contada con modestia y seriedad, y los hechos sirven de ejemplo religioso, que es como son usados por los hombre cuerdos."

"Esta es una historia completamente real, sin sombra de invención (...). Habrá quien piense en lo aleccionador del relato, en lo ameno, en lo instructivo, pero todo conduce a lo mismo, y así es como, sin más cortesías para con el mundo, el autor cree, al publicar esta obra, prestar un gran servicio a quien la lea."

Defoe, quien se sentía ya demasiado incómodo irrumpiendo en un género especulativo en un momento histórico en el cual este no era bien visto, debió sentirse realmente al borde al narrar aventuras falsas. Quizás esto contribuyó a la realización de una obra verosímil, factible, cotidiana.

Más que la soledad del ser humano, la novela evoca la relación personal de este ser humano con su Dios, idea central de la nueva religiosidad, donde el Rey proclama su preponderancia frente a la Iglesia, pero sus sumisión ante los designios de Dios, interpretados y llevados a cabo en la Tierra (por supuesto) por Su Majestad misma.

Es nuestro Robinssn Crusoe un obstinado comerciante que, de espaldas a los consejos de sus padres (autoridad), emprende diversas aventuras marítimas que lo llevan finalmente a naufragar frente a las costas de Venezuela, en una isla habitada solamente por él, y visitada con cierta frecuencia por aborígenes caribes, quienes practicaban el canibalismo en sus playas. Pronto, y como buen inglés, Crusoe se hace de un esclavo, bautizado Viernes, quien aporta la nota "informal" al relato, con sus acciones acertadas pero "irracionales", de acuerdo al pensamiento de la época. Con profusión de detalles, pero sin adornos, Defoe narra cómo la isla pronto se convierte en un centro civilizado, a pesar de su escasa densidad poblacional (un par de almas, y masculinas, para colmo), mientras Crusoe mismo se transforma de un ser con dudas y temores en un nuevo hombre, dueño de su destino y admirador de la Sabiduría de Dios, quien guía su aprendizaje con pruebas y desafíos.

Finalmente, Crusoe regresa a la civilización rico, famoso y agradecido.

La novela fue inspirada por varios relatos, principalmente por el del marino escocés Alexander Selkirk, quien, por diferencias insondables con el capitán William Dampier, abandona "voluntariamente" el barco y se queda solo desde 1704 hasta 1709 en una isla del archipiélago de Juan Fernández, a casi 700 km. de las costas chilenas. Tras regresar a Londres en 1711, la aventura de Selkirk fue contada y escrita muchas veces. Defoe, aunque nunca lo menciona, incorpora estos relatos a la estructura no formal de su novela. Y es que, el viaje de Robinson es el largo camino interior que lleva a modificar el entorno y las creencias para que Dios actúe en la propia vida, y no las andanzas de un hombre abandonado por sus semejantes. Ni más ni menos.

Desde el punto de vista literario, y en ello me fascina la novela, Defoe logra hilar fino la separación entre lo rigurosamente preparado y la creación fresca y espontánea; todo, repito, con un lenguaje moderno, desnudo de excesos, adjetivaciones y otros lastres del idioma novelístico. Esta precisión narrativa subyace en la creencia de entonces, de los fundadores de la Royal Society, sobre lo superfluo que resultan el arte, la religión y la poesía, y que el lenguaje solo sirve para "comunicar el conocimiento", como dijo Locke. Aún antes, Galileo, Descartes y Hobbes habían proclamado el imperio de la razón sobre toda actividad especulativa.

En este mundo actual, en el momento en el cual escribo, las más disparatadas ideas y especulaciones caminan de la mano con sólidos cimientos científicos que, de cualquier forma, no responden, ni las unas ni los otros, a las primigenias inquietudes del ser humano. Quizás ese Robinson Crusoe que llevamos, enfrentado a la soledad que susurra, pueda encontrar, algún día, la respuesta a todas nuestras interrogantes.

Hasta ese entonces, yo visitaré esa isla de ensueño ubicada frente a las costas de mi amado país, para leer:

"¡Qué extraña y paradójica obra de la providencia es la vida humana! ¡Y por diversos y ocultos resortes sus sentimientos son impulsados según las circunstancias que se presentan! Hoy amamos lo que mañana odiaremos; hoy buscamos lo que mañana rechazaremos; hoy deseamos lo que mañana temeremos, o peor, lo que nos hará temblar de miedo."

(Como podrán ver en el mapa que muestro al inicio de este relato, contemporáneo a la realización de la novela Robinson Crusoe, aparece California como una isla independiente del continente americano, entre otors detalles memorables.)

viernes, abril 07, 2006

Despedidas

Rindo homenaje
al fuego de tu ausencia
llama que salta de una
a otra vela
esperma de acero
vidrio y tristeza
mano de piedra
que aprieta sombras
de silencio y yedra.
No vuelvas
tallado en espalda
soy ausente estela
donde adiós y muerte
de la mano navegan
hermanos dolidos
agonía y entrega.
Enciendo nuestros momentos
en mi piel marcada
por tu dulce tea
labios, gestos, risas, palabras...
consumidas a conciencia
y ¡oh, dolor de la felicidad perdida
ante el abrazo que la soledad aprieta!
Tocar el piso
donde estampaste tus huellas
marcharme sobre tus pasos
a ver si mi alma te encuentra
en otro gesto, otra palabra...
¡qué importa si en otra estrella!
(Pido disculpas a quienes me honran leyéndome -y aún comentando- por la ausencia.)