domingo, noviembre 06, 2005

CAMBIO

El Hospital Central de Valencia era una mole insalubre, onírica e inamistosa, con vapores meritorios de películas de terror creando un vaho maloliente a mi paso. Era muy de mañana, e iba yo de corbata y bata inmaculadamente blanca a presentar mi examen final de Medicina Interna del X Semestre.
Había una tensión inusitada en el ambiente, ajena a mí, hasta el momento en el cual una compañera me puso al tanto: llevaba yo la más alta calificación posible para ese examen; el doctor (...) había jurado que esa nota no la merecía ni siquiera él, y en público se había comprometido a dejarme en ridículo. La mejor estudiante de nuestro semestre iba un poco rezagada con respecto a mí en esa materia, y había pasado noches y días en vela, tomando anfetaminas para mantenerse despierta y lograr repuntar sus notas, y era una chica atractiva con no pocos fans, mientras que yo era una especie de bohemio con vida freelance y ajena a la masa estudiantil; esa cualidad mía de "evasivo" daba un sabor extra al drama que estaba por ocurrir.
Tuve que despachar a mi amiga diciéndole que no se preocupara, que solo era una nota más, y ella fue corriendo a contar lo loco que yo estaba a los demás.
Llegado mi turno, pasé a la penumbra del auditorio, donde el jurado me esperaba. Tras unas preguntas, el doctor que era mi supuesto contendor me despachó con la doctora objeto del terror del estudiantado, quien me hizo preguntas fuertes, difíciles, pero nada rebuscadas, y me hizo pasar con un último jurado, una doctora de inclinación comunista a quien la ofendían particularmente mis camisas Lacoste, mi automóvil y mi vida clase media, obtenida con sacrificio de toda mi familia. Ella hizo el trabajo, con preguntas fuera de materia y contexto, amén de una risa burlona y comentarios gratuitos y mordaces, que hoy no recuerdo.
Al salir del examen, aprecié a mi compañera, la mejor de nosotros en cuanto a notas, llorando desconsolada. Algunos me preguntaron cómo me había ido, y expliqué que no había sabido responder un par de preguntas, lo cual dibujó algunas sonrisas disimuladas.
Al fin, se acabó el examen al salir el último alumno. Pero algo raro ocurría adentro. Se oían voces airadas, y no salía nadie a dar las notas finales. tras varios minutos de tensión, se abrió la puerta y la doctora terror inició la letanía.
Confieso que cuando me nombró, sentí algo de miedo. Pero cuando me adjudicó la máxima nota, quedé estupefacto. A mi compañera, la llorona, le ocurrió lo mismo al oír la misma nota que yo. Nunca supe qué pasó allí adentro.
Lo cierto es que, contento como nunca, fui a darle la gran noticia a mi papá. Yo había sufrido mucho en la universidad la mediocridad de los profesores, el ambiente inhóspito y anti-alumno, el calor, las bibliotecas lastimosas, el conformismo, los compañeros sin condiciones morales ni personales mínimas... Incluso el hecho de tener dos hermanos médicos antes que yo, me había traído problemas ("Tu hermano me cae mal; así que vas a tener que estudiar mucho para no repetir esta materia toda tu vida..." había sido la amenaza de un profesor una vez). Por ello desbordaba de alegría esa tarde cuando subí las escaleras de mi casa y fui hasta el cuarto de mis padres, donde mi papá leía la Gaceta Hípica, lápiz en mano, oyendo un programa hípico radial.

-¡Saqué 20 en el examen, papá!
Sin separar los ojos de la revista (sospecho que los oídos del radio, tampoco), contestó:
-Ujú.
-¿No me vas a felicitar?
-Felicitaciones, hijo - respondió con cierto afecto.
-¿Qué me vas a dar por haber sido el mejor, padre?- bromeé yo.
Mi padre soltó la revista, se quitó los anteojos y me miró. casi enojado y, con algo de ironía, me espetó:
-¿Regalarte? Sacar 20 es tu deber. Cuando sacas menos, estás robando a tu familia, que se sacrifica por tí.
Mudo y molesto, bajé las escaleras salí de la casa.

En mi familia las condiciones intelectuales lo son prácticamente todo. Desde que tengo uso de razón, daba por descontado que todos nos graduaríamos en la universidad y haríamos post-grados. No en vano mis compañeros del colegio me llamaban Mister Spock.

Mi madre y mi padre murieron prematuramente y, en 1998, mi hija menor enfermó de gravedad. Con el pasar de los días, meses, años... he entendido que la preparación intelectual no sobra nunca, pero tampoco basta. No solamente no lo es todo, sino que es poco. He tenido que caminar sobre mis huellas, empezar de nuevo, aprender a decir lo que siento y a sentir lo mejor, a creer de nuevo. Y ha valido la pena. No, no soy el mismo; hasta nuevos errores y defectos tengo. Pero en general me siento yo, Protheus.
¿Te atreves?

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigui...leí por ahí (en el blog de Ricardo) que este caballero es un little ponny? (que tal?)
PD: idem

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

Tampoco por aquí se escucha nada de nada.

Anónimo dijo...

Hoy me regalaron una caja de "bacios"...."15 bachis", de esos que tienen mensajitos en italiano, inglés, español, alemán y francés ....y me acordé de tí:
" L´amour c´est la tempête du plaisir et L´enchantement de la douceur"
Firma: "otro probable cadáver culto del cementerio"

Protheus dijo...

traducción, por favor. La canción:olvídenlo. Autista de computadoras + computadora con gripe aviar... mala combinación.

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

Me extrañó ver que sólo tenías algo musical, que aún no he podido escuchar por cierto.
Me extrañó.
Por eso volví y me encuentro con este post.

Supongo que todos cambiamos, para bien o para mal, no soy quién para señalar con el dedo.
Últimamente se me ha presentado el pasado –susto!- a la puerta y, sin preguntar, entró, se ha sentado, ha descorchando un Chianti de 91, me ha ofrecido un cigarrillo -fumo- y hemos estado charlando mucho.
Entre otras cosas, recordé.
Recordé al acartonado y almidonado compañero a unos pupitres de mí en 1ro. “A”, su aire de perdona vidas, levantando una ceja cual Leonard Nimoy, sabedor de todo y todo. Su forma de caminar, esperando, con mucha arrogancia, que el mundo no le molestara y pararse sin apoyar los talones, dando saltitos. Su forma de verte, cruzando los brazos, ladeando un poco su cara, desde su atalaya, mirarte directamente a los ojos con la actitud de: “Qué quieres de mí imbécil!”
…Y levantando el mentón, casi se me olvidaba.
Todo un alarde de comunicación y sobre todo de empatía.
Una especie de tigre a punto de devorarte sin que te dieras cuenta.

Debo ser honesto también, yo no lo hacia nada fácil, siempre me colocaba en una posición a la defensiva, de desconfianza.
Luego se torno, y me costó, lo confieso, -ver a “Cara de gofio” durante 5 años tiene lo suyo-, a una relación tipo esgrima intelectual, calistenia mental, que si bien es cierto, siempre me ha fascinado.

Volvamos a ser históricos:

El tiempo matizó, si aún era posible, esa imagen, a lo Greta Garbo de “Frío y distante” Apareció, ya sabes quién, y la cosa iba de mal en peor. Era vivir con la sensación de estar en el momento equivocado, en el lugar equivocado. En fin, es otra historia que no viene a cuento.
Nos perdimos del mapa –océano por medio- y un buen día me encuentro con uno de sus hermanos, en un aeropuerto justo cuando me dio por ser un nuevo Hernán Cortés quemando todas y cada una de mis naves, y, -misterio de los arcanos, problemas de Tauro y Leo que a veces son difíciles de llevar o por matar el tiempo-, se me ocurrió pedir su teléfono.
Luego, y no sé por qué, todo ha cambiado, absolutamente todo.
La vida es extraña, la vida es extraña y no debería asombrarme.

Gracias por estar allí.

Todo lo mejor para ti.

Anónimo dijo...

"El amor es la tempestad del placer y el embrujo de la ternura"

YaDi dijo...

El afecto y el cariño nunca están de más...a veces los padres se empeñan en darnos lo que nunca tuvieron, pero no se acuerdan de darnos lo que sí les dieron.
Lo estricto en materia intelectual no es malo, pero algo de afecto alimenta el alma cosa que veo aprendiste por ti mismo, cosa que te hace un gran ser humano!
Beshossssssss

Carlos dijo...

Protheus

Este post debe haber significado mucho para ti. Comentas cosas muy intimas que por lo menos no han pasado desapercibidas para mi.

Yo provengo de una familia Judía. En la escala de valores la educación es 1.000.000 y todo lo demás es 1.000.

A menos que decidas empatarte o casarte con una no judía donde eso pasa a ser el 100.000.000.000

Ahora yo creo que la educación y las vivencias son para dos cosas, algunas para tomar ejemplo de lo que se debe hacer y otras para asegurarse que no se repetirán.

Ley de vida, nosotros tenemos que se mejores padres que nuestros padres.

Un saludo y buen desahogo, para esto es que existen estas cosas.

Carlos dijo...

Anexo al anterior:

Primero me casé con una margariteña y después con una italiana, (ya tengo 18 años feliz matrimonio).

Yo pensé que en el test de los animalitos saldría oveja negra, pero terminé como pato...

Hombre Lobo dijo...

Yo hace tiempo me di cuenta de que no tenía sentido tener una postura intelectual ante la vida (ojo: he dicho "intelectual", no "inteligente", porque esa sí que hay que tenerla).

Anónimo dijo...

La magia de estar aquí, en este momento y no en otro, de haber nacido en esta familia y no en otra, es que así como "ellos" fueron mucho mejor que sus padres, corrigiendo carencias y desfectos en un caso, apatía y simplicidad en otro, nosotros tenemos la oportunidad de ser cada día mejores que "los nuestros" -de hecho lo somos cada uno en su medida-.
Yo, al igual que tú, siempre di por descontado que todos seríamos profesionales, yo la oveja negra, la que no quiso irse por la rama de las ciencias y escogió una carrera en la cual como decía el muñeco "hasta un oligofrénico se gradua". He podido hacer en ella y de ella la diferencia. Pero siempre con la seguridad que así sería.
Nos falta humildad aún, no ha sido fácil, simpre escuche un cuento que nuestro padre contaba, según el cual, él podía haberse casado con cualquier muchacha "buena" de "las cocuisitas", pero él siempre aspiró algo más y se casó con una muchacha "buena" de La Pastora", para él eso era un gran paso.
Nosotros hemos vivido con la carga -que nos ha sido inculcada- de aspirar siempre más, algunas veces hemos desmayado en el intento, pero nos levantamos y seguimos tras esa búsqueda, eso quizás no sea malo. Sólo necesitamos entender que "ellos" siempre quisieron lo mejor para nosotros, sin ser perfectos, quisieron que nosotros lo intentaramos ser, que no nos legaron nada más allá de su honor y honra, y que en nombre de ese honor y honra debemos caminar con pasos firmes en nuestras vidas, profesión y convivencia social, con errores -si los tengo-, quién no los tiene?.
Lobito: la inteligencia es un concepto integral. Besos
Te quiero.

Protheus dijo...

Gracias a todos por sus comentarios. En mis artículos previos había tocado biografías y otros temas "neutros". Quise variar y contar algo de mí, pues muchas personas que me conocen me juzgan de demasiado racional y estricto, cuando no me siento así. Por ello la explicación, la cual quizás pueda parecer un reclamo tardío hacia mi padre. Nada más alejado de la realidad. Mi padre fue y es mi gran amigo y cómplice. Cuando jugué baseball por vez primera, la primera pelota me la lanzó él, mi primer batazo se lo di a él de pitcher. Mi primera moto la manejé con él, de mi primera novia supo él antes que nadie. Ibamos juntos al cine, veíamos TV juntos, salíamos juntos, los mejores amigos; siempre con mutuo respeto. ¿Defectos? Los tenía. Era muy exigente en ciertas cosas, hasta duro, y se lo agradecí casi siempre.
Fue un hombre atento, caballero y respetuoso. Decía que su mayor satisfacción era no haber hecho daño a nadie intencionalmente, y nunca haberse "embolsillado la lágrima del pobre" (Allí parafraseaba a Kempis y a mi tío César, su cuñado). Lo extraño mucho.
P.S.: La canción que nunca se oyó era I Don't Wanna Miss A Thing, de S. Tyler, la cual era autoexplicativa.
RR.

Anónimo dijo...

Es difícil comentar este post. Me imagino que habrás aprendido la gran virtud que es la humildad. Sin ella somos unos pobres pedantes.
AQ

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

Dicen, no me consta, que Francisco de Asis dijo alguna vez:
"La humildad es un don, que cuando se cree tener, ya se ha perdido"

Melvin Luzardo dijo...

Me agrad saber que cultivaste una buena relación con tu padre. Al menos, él sí se dejó.

A veces a uno no le queda más que comenzar de cero, renovarse todos los días, reingeniarse.