
En efecto, el primer libro de los 7 que componen la saga de Narnia, no es El León, La Bruja y El Armario, sino el supranombrado, El Sobrino del Mago.
Parece que, por razones de espectacularidad y, debido a que iban a construir una trilogía, los estudios Disney obviaron la primera entrega de Clive Staples Lewis.
El Sobrino del Mago narra las aventuras de un par de niños, Digory y Polly, quienes debido a unos anillos mágicos que abren la posibilidad de realizar viajes a otros mundos, asisten a la fundación de Narnia, acompañados por el tío de Digory, un egoista aprendiz de brujo, y seguidos por la sempiterna y angustiosa presencia de la muy malvada -pero casi risible- bruja-reina Jadis.
Casi al final del libro aparece Aslan, el león, representación del amor de Dios en Jesucristo (Magistral, por cierto), y se explica cómo se funda Narnia, cómo entra el mal a este mundo mágico, y cómo se combate este mal.
La noción del sacrificio útil, encarnado en la decisión que Digory debe tomar frente a la satánica presencia de Jadis ante el manzano mágico, es una narración de surrealista belleza, que bien vale el libro entero. Y la alegoría de adán y Eva frente al árbol, serpiente incluída, no puede ser más clara.
Me llamó la atención, que Lewis, como buen inglés, pensaba que los seres vivos estaban jerárquicamente constituídos, en este caso, jerarquizados a discreción por Aslan.
Aquí se hace referencia por vez primera al armario, mueble en el cual Lewis jugó en su infancia y en el cual su imaginación infantil lo llevó a lugares tan fantásticos como Narnia misma, y también se hace referncia al farol plantado en el Erial del Farol, gracias a un trozo del mismo traído por la reina Jadis desde Londres.
Narnia es más que un libro religioso o un libro de aventuras fantásticas: es el contacto de niños y adultos con valores fundamentales, indebatibles, pero a veces olvidados en aras de la vida muelle y el ancho sendero de la medianía.
Invito a que nos sumerjamos en estos siete libros (hasta el número tiene su significado) con mente amplia y corazón expectante. No nos defraudarán.