
En Marzo de 1927, frente a sendos vasos de limonada, el profesor de gimnasia John Thomas Scopes, quien impartía ocasionalmente clases de Matemáticas... y de Biología, junto a un par de personalidades del pueblo Dayton, de Tennessee , tramaron un plan para publicitar al pueblo y atraer el turismo, que pronto se salió de sus manos y mantuvo en vilo a la nación entera.
Hacía poco la legislatura del estado había promulgado sin gran aspaviento una ley que prohibía enseñar en las escuelas públicas toda teoría "que contradiga la historia de la creación divina del hombre tal cual lo enseña la Biblia". El trío tramó cuidadosamente la conspiración: Scopes fue denunciado por ciudadanos "alarmados" ante un delito evolucionista, al ser hallado in fraganti enseñando la doctrina darwiniana. detenido e inculpado, la bola de nieve se deslizó insensible pero inexorablemente.
"Dios o el gorila, hay que elegir", fue la consigna de los creacionistas, quienes veían en la evolución todos los males de la vida moderna. Recordemos el fundamentalismo protestante de la época, que interpretaba literalmente la Biblia y execraba a quienes osasen pensar diferente a ellos.
El juicio atrajo, en efecto, a cientos de reporteros, medios impresos, radio, cine, teléfono -la Western Union instaló 10 líneas telefónicas- y hasta la reciente telegrafía inalámbrica. Para deleite de los conspiradores, se implementó una pista de aterrizaje y corrales para caballos y mulas.
El juicio inició con un fiscal, Williams jennings Bryan, fundamentalista campeón bíblico del pueblo, gran orador y terror de los pecadores, y con un abogado defensor llamado Darrow, de lengua igualmente liviana.
En un local abarrotado de gente primero, al aire libre después, el juicio dio un vuelco sensible cuando el juez impidió que notables científicos salieran en defensa de la doctrina de la evolución. La causa de la defensa parecía irremediablemente perdida, y Scopes no veía ya tan graciosa su osadía, enfrentando caer de narices en una celda por largo tiempo.
Pero Darrow pasmó a todos citando como testigo... ¡al fiscal W. Bryan!
Podrían haberse negado, pero Darrow adujo que lo citaba como "experto bíblico", y el ego abultado del fiscal permitió que mordiera el anzuelo. Bryan había publicado numerosas veces textos sobre la verdad evangélica, y tenía acólitos que le seguían ciegamente en todo el pueblo. ¿Cómo negarse? ¿Qué podía pasarle?

Darrow: ¿Debe interpretarse la Biblia literalmente?
Bryan: Sí, aunque cuando Jesús dice que somos "la sal de la tierra", debe interpretarse en sentido figurado, como otros pasajes.
D: ¿Detuvo Josué el Sol para prolongar el día?
B: La Biblia es inspiración divina, escrito para ser comprendido por la gente de la época.
D: Entonces, el Sol gira alrededor de la Tierra; según usted, lo dijo Dios, pues dice que el Sol "se detuvo" al dar la vuelta a la Tierra.
B: Cada quien puede interpretar ese pasaje a su libre albedrío. No sabemos cuál es la verdad.
D: Eso hacen los evolucionistas, señor Bryan.
La sala se removió inquieta. Los segudores de Bryan de la Liga Anti-evolución, se sentían incómodos.
D: ¿Se creó la tierra en seis días, señor Bryan?
B: Sí.
D: ¿De 24 horas esos días?
B: No. Creo que puede interpretarse como períodos.
Bryan sudaba, y los murmullos crecían. Algunos le clavaban miradas de furia.
D: Cito la Biblia: "Y fue la tarde y la mañana el día primero". ¿Cómo se sucedieron estos, si el Sol se creó al cuarto día?
B: Habla de períodos, y no necesariamente en orden.
D: Esos períodos, ¿podrían ser de millones de años?
B: Sí- dijo. Y la idea principal de los antievolucionistas, según la cual la Tierra tendría poco más de 4000 años, se desvaneció.
Al final, Scopes pagó $50, Dayton continuó siendo un pueblito pobre del Sur de EEUU y el Proceso Scopes pasó a la historia como una farsa entre dos bandos legos, aún cuando alguno debía tener razón.