jueves, octubre 27, 2005

2005: A Protheus Odissey




Anoche me dispuse a reconciliarme con mi concepto de muchedumbre que comparte ciertos límites geográficos -con lo venezolano, quise decir- y me dispuse a ver el último partido de la Serie Mundial de las Grandes Ligas.

Nada. Dios me quiere, y lo demás es cuento. En el cable, el canal TCM viene después de Meridiano, donde pasaban el partido y, por equivocación, caí en TCM, donde iniciaba 2001: Odisea Espacial, de Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke, esa coproducción anglo-americana de 1968. Adiós, Guillén y García. En realidad, nunca he sido fan del béisbol.

Todo inicia cuando dos hordas de australopitecinos, hominoideos que son nuestros ancestros, descubren un monolito alienígena, hace 4 millones de años atrás. Este monolito es un sentinela, observador o cámara, que estudia la evolución en el planeta. Pues bien, un mono, no tan mono, usa un fémur para asesinar a un rival, y así nace la primera herramienta, al parecer de Clarke y Kubrick. Y aquí nace mi primera observación, a despecho de ser quemado vivo por alguno de los fans de la película:

La idea del "Mono Asesino", o de nuestro antepasado asesino, o que somos malos por herencia atávica, viene de las deformadas interpretaciones de Raymond Dart, insigne antropólogo, y quien descubriera el primer australopiteco, el Niño de Taung. A partir de 1947, Dart exploró cuevas subterráneas sudafricanas donde se encontraban mezclados restos fósiles de diversos animales y australopitecos. Dart recogió más de 150.000 piezas de huesos fósiles, pero de inmediato se interesó por 42 cráneos de mandril, 27 de los cuales parecían estar aplastados por su lado izquierdo. La mente calenturienta y pomposa de Dart se encontró con un periodista gringo llamado Robert Ardrey, quien sentía que el ser humano le debía algo, y de inmediato, sin mucho estudio, proclamaron, y cito a Dart: " La vida del Australopithecus era terrible. Mataba sin misericordia a sus congéneres y se los comía, como hacía con los demás animales, jóvenes o viejos."

Pero Dart no conseguía las armas con la cual nuestro asesino antepasado perpetraba sus matanzas y defendía sus piezas de caza. No encontró un solo guijarro con el cual nuestro antepasado, supuestamente diestro -no había cabida para los zurdos- aplastaba el cráneo de los "indefensos" mandriles (¿Alguien recuerda el tamaño de los colmillos de los mandriles? Parecen puñales de Rambo.¿Y la velocidad de un mandril, cerca de los 55 kmph?) Al final, "estudió" cornamentas de antílopes, tibias de herbívoros y mandíbulas de grandes dientes. Llamó, con su osadía característica, a esta cultura, osteo-donto-querática, por hueso-diente-cuerno.

La cosa habría sido dada por cierta hasta hoy (como de hecho, algunos desinformados creen aún), a no ser por el maravilloso estudio sobre cráneos de mandriles y australopitecos, descritos por Dart y Ardrey, hecho por C.K. Brain -¡Qué apellido tan bien puesto!- quien observó dos perforaciones muy cercanas, redondeadas, en muchos de los cráneos, y descubrió fueron hechas por leopardos, quienes cazaban mandriles y australopitecos y los devoraban encaramados encima de las acacias que crecían en los bordes de las cuevas, así los huesos se amontonaban en el fondo, para ser descubiertos millones de años después por imaginativos humanos. En esta premisa se basa el inicio de la película. Aunque la alegoría principal reside en el primer uso de la herramienta por parte del hombre.



Millones de años después, vemos a un durmiente Dr. Floyd viajando en Primera Clase por el espacio, con una mano izquierda -la menos útil, insisto, que soy zurdo- flotando libre, y un bolígrafo, SU HERRAMIENTA, fuera de control humano, flotando a su vez, cerca de él. Poderosa imagen: la herramienta evolucionó tanto en la mente del hombre, que éste no la gobierna.

Acto seguido nos presentan a HAL, un ordenador que controla la nave entera, de forma autónoma, y que hasta sentimientos tiene. Solo HAL conoce la misión (Alien, te copiaste. Lo siento), y no necesita a los humanos, quienes son aburridos, se equivocan y son unos bebés en el espacio: apenas pueden sobrevivir en él. HAL decide que puede prescindir de los humanos. Y se desata el drama.

Pero HAL no posee lo que el primitivo humano: instinto asesino y afán de supervivencia. De allí la colosal escena donde el comandante de la nave despacha a HAL ¡con un destornillador!

Ahora, el humano queda solo, abandonado en el espacio. Viaja a una ¿cuarta dimensión?, donde completará su evolución. Allí se ve a sí mismo tomando su última cena, y vuelca la copa de vino, pero el vino permanece, así como el cuerpo se irá algún día, y permanecerá... ¿Qué? ¿Quién?

Finalmente, el humano viejo fallece y vemos el nacimiento del bebé de las estrellas...

Esta película ha sido objeto de muchas interpretaciones. Los invito a ver esta página, no se arrepentirán.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No pude ver el video. Pero tu interpretación pone los pelos de punta. Me gusta super esa película. Brillante, doctor.

Hombre Lobo dijo...

Pues yo dentro de dos semanas voy a ver esta película en el cine por primera vez (tenía -10 años de edad cuando se estrenó).

Que gran película. El problema es que la novela y el filme fueron concebidos como una experiencia conjunta (de hecho, fueron escritas simultáneamente), así que muchas cosas sólo se entienden si has leído el libro (entre esas cosas está el rollo ese del "mono asesino" que no es tan radical como lo planteas, pero en fin...).

Que película tan increíble. Que béisbol ni que carajo.

Protheus dijo...

Lobo: hasta el libro me he leído. La película la he visto unas ocho veces. Lo del mono asesino está documentado y fue la inspiración en cuanto a la herramienta haciendo al hombre, y viceversa. En 1968 el hombre aún no llegaba a la Luna, y los gringos parecían estar un paso atrás. Mi serie preferida, Star Trek, iniciaba: "El espacio: la última frontera". Kennedy estaba más asustado que el que le levantó la novia a Mike Tyson, y los rusos se pavoneaban. La película se regodea en la Luna, y luego nos manda a Júpiter, sin mucho cuento. Vemos fraternales relaciones ruso-americanas, pero con cierto recelo mutuo. Ve la peli, y hablamos. Ojalá algún día en persona, pues tu tío te echa de menos. Arthur C. Clarke coescribió el guión basado en su cuento corto "The Sentinel". Léelo.
Andrés: nombras esas películas y me da alegría y orgullo disfrutarlas, como tú. Alquilaré Blade Runner, un super-clásico.
Edén: los chimpancés asesinan a miembros de otro clado, o grupo, que consigan solitario, lo torturan, lo mutilan y abandonan el cadáver, nunca se lo comen, como hacen con los colobos, por ejemplo. Hay delfines que suelen asesinar a otros (vaquitas marinas, las víctimas más frecuentes)a mordiscos y lanzándolos al aire en un juego mortal; tampoco se las comen. No, no somos originales ni estamos solos en eso del asesinato irracional. Por cierto, el disfrute mayor de muchos militares consiste en torturar y luego asesinar a mansalva prisioneros de guerra. Un estudio inglés sobre el tema fue vetado más de 30 años, habiendo sido escrito seis años después de la 2ª Guerra Mundial.

ángel dijo...

Hola Protheus, paso a visitarte y a avisarte que he puesto ya en mi blog los poemas de noeviembre. Espero los difrutes....saludos

Ernesto dijo...

Yo he visto esta película varias veces, y aunque creo que se puede estar de acuerdo o no con el argumento, es Kubrik, y nunca dejará de ser Kubrik. Es decir, tiene personalidad, tiene caracter, no es cualquier película de ciencia ficción. Su gusto por los detalles y su sentido dramático (suspenso) son insuperables. Lo que si no me gusta es que todas las películas donde salen antepasados del hombre lo pintan como degenerado, contrahecho, bruto, un imbécil que se la pasa gritando y gruñendo y que aparte parece estar drogado. Mi punto de vista personal es que en todos ellos (australopitecus, el homo sapiens de hace 10,000 años, lo que sea) había una elegancia y una integración con su medio ambiente como la de cualquier otro animal. Creo que la visión actual de nuestros antepasados, habla mucho más de la tosquedad y poca sensibilidad del hombre moderno. Somos un espejo de lo que tratamos de pintar.