miércoles, mayo 10, 2006

HISTORIA MEDICA IV

1


Se despertó sobresaltado en medio de la madrugada e, instintivamente, buscó el arma bajo la almohada, sin conseguirla. Alarmado, incorporó su torso, mirando hacia todos lados. Pero de inmediato lo recordó todo: el bar, la mujer, las copas, el desvestirse a medias en el auto, el hotel...
A su lado, la mujer se despertaba por la agitación al otro lado de la cama.
Él empezó a recordar frases sueltas de ella, más que todo preguntas: Qué opinas del amor, de las relaciones estables, de los hijos, del matrimonio, del trabajar con "muertos"...
Las respuestas que había dado, le llegaban como a través de un túnel de recuerdos sonoros, en medio de la resaca: he visto demasiados muertos para creer en algo duradero, he visto mucho dolor para perseguir una felicidad que mantiene distancias, he oido demasiados "para toda la vida" que duran lo que el dinero o el interés... Es decir, había hecho de todo para alejar a aquella mujer de su lado; pero allí estaba desnuda estirando su cuerpo en un hotelucho sepia con un eco de cuerpos despuntando en los espejos.
Al verla bien al rostro, un nuevo sobresalto lo embargó. Era ella, su última novia, a quien hacía unos meses había dejado sin mayores explicaciones.
Se duchó y se vistió rápidamente, lamentando no tener una afeitadora a la mano.
Al salir del baño, la encontró sentada en el borde de la cama, aún sin vestirse, pero con el largo y lacio cabello perfectamente peinado.
- ¿Te vas?
Él asintió.
-¿Hablamos luego? ¿Me llamas?
La miró directamente a los ojos.
-De repente- dijo.
Los ojos de ella sonrieron tristemente.
-Vete tranquilo, que ya yo pedí un taxi.
Con dos dedos de su mano derecha, recorrió un mechón de cabello de ella desde el pómulo hasta el pecho, la besó brevemente en los labios, y se marchó.



2

- ¡A mí no venga con sermones morales, Comandante. En un país donde el noventa por cien de los homicidios quedan sin culpable a la vista, y donde parte del diez restante se resuelve inculpando a algún pendejo incómodo para la policía o los políticos, no me diga que usted está ofendido porque no tengo el informe de la autopsia hoy en su escritorio!
El comandante suspiró. La facha del doctor, ojeroso, sin afeitar, con la ropa arrugada y un humor exacerbado, hablaba de una juerga, y no de un retraso "del laboratorio."
-Está bien, Doctor. Pero, ¿podría estar listo su informe para hoy?
Él miró al comandante con otra larga mirada, pero muy diferente a la del hotel.
-Empolle tranquilo su cáncer de pulmón fumando en su escritorio, que en media hora se lo hago llegar- dijo, y salió de la oficina sin dar el esperado portazo. Odiaba azotar puertas. O las abría, o las derribaba.


3

Eran las diez de la noche cuando el comandante, al fin, se atrevió a llamarle.
- No estoy de guardia. Búsquese otro pendejo - fue el saludo al responder el móvil.
- Lo sé, Doctor - dijo el comandante -; pero es que esto tiene que ver con usted. Lo esperamos en los edificios Cristal, en la esquina. Y venga rápido.
Por tercera vez en ese día, el forense se sobresaltó. En los edificios Cristal vivía ella.



4

No había que ser un avezado forense para saber que uno se encontraba frente a un homicidio. El cuerpo tenía marcas de estrangulamiento, y había sido lanzado del octavo piso, donde vivía la víctima, hasta dar con las copas de unos árboles, primero, y luego ir a estrellarse contra el pavimento.
De rodillas ante lo que quedaba de ella, por primera vez él se sintió mal por ser quién era y como era. Por vez primera deseó haber torcido el hilo de su destino cuando pudo haberlo hecho, y no seguir el juego absurdo del rol autoimpuesto, que atrapa y obliga.
Sin hablar con nadie, se alejó en su auto a velocidad suicida.
Mientras conducía camino al hotel, imágenes de ella en vida cruzaban sus recuerdos. No quería evitarlos; quería hacerse daño para pasar más allá del odio, y ser un instrumento, como un bisturí, que puede curar o dañar irremisiblemente.
Apenas vio a la masa decidida del forense entrar por la puerta, el recepcionista del hotel supo que, si salía vivo de esa entrevista, podía llamarse afortunado.


5


El hombre miraba el cañón del arma sin exteriorizar miedo.
- No fue nada personal. Solo quería que usted sufriera lo que yo he sufrido.
Él hizo una mueca. El taxi, con las puertas abiertas, parecía una chatarra alarmada.
- ¿Qué le hice yo, para que tuvieras que matarla a ella?
- Usted profanó el cuerpo de mi madre.
- ¡¿Qué?!
Insistió:
- Usted la desnudó, la cortó, sacó sus órganos. Eso es pecado. Usted tiene que pagar por eso.
Ahora lo entendía todo. El comandante había ordenado la autopsia de una anciana, perteneciente a una secta religiosa radical, quien presumiblemente había muerto envenenada por sus familiares para hacerse con los bienes de ella. El forense, durante la autopsia, detectó un par de pinchazos recientes en el pliegue del codo en el cadáver, lo cual coincidía con la presencia en la basura de la vivienda de la anciana, de un frasco de Cloruro de Potasio. Tras varios estudios y pesquisas, concluyeron que a la anciana la habían asesinado inyectando una dosis masiva intravenosa de Cloruro de Potasio, provocándole un paro cardíaco con una sustancia casi imposible de detectar.
De ese caso le había hablado el comandante esa mañana, urgiéndole por el resultado.
El forense amartilló el arma y apuntó a la cabeza del sujeto.
- ¿Pensabas asustarme, hacerme desistir?
- Usted no entiende. Usted es un pecador. Va a ir al Infierno.
El forense notó alivio. Es que el fardo del amor pesa más que el fardo vacío del miedo y del odio.
- Mientras halaba el gatillo, le dijo:
- Espérame entonces allá. No te va a gustar ese sitio cuando yo llegue.

24 comentarios:

Câline dijo...

Prot!! Uy!! Qué cuentazo!!
Diré que no me gustó mucho porque es muy sórdido, pero está muy bien narrado y como viene de ti :D

Está tremendo.

Lycette Scott dijo...

Hola amigo, he estado un poco ausente por aquí porque ando enfermita, tengo una laringotraqueitis que me está matando y si me vuelven a inyectar cortisona y decadrón voy a llegar a la graduación rodando...jajaja.
Por cierto tremenda historia la del post. Un abrazo

Naky Soto dijo...

Prot:

¡Que barbaridad! Todavía no salgo del respingo, y es que hice insight con esas sensaciones que me despertaban las conclusiones de la Miss Marple, a mis 13 o 14 años, cuando me devoré la colección completa, jurando amar a Poirot...

La ventaja de la latinidad -creo yo- es la soltura para estos giros, para estas 400 formas de preguntarme ¿cómo coño hizo el hijo para ser el taxista de la infortunada mujer?

¡Bravo! ¡que buena narración!

Un abrazo,

P.S: Estoy esperando tu visita en mi blog, porque me da una curiosidad gigante que me cuentes ¿cómo fue tu primer beso?

romrod dijo...

buenísimo!! ya me tienes adicto a estos cuentos tuyos! y a ver cuando nos tomamos otro café!
Saludos!

vylia dijo...

Que historia tan espectacular, me ha encantado. Está genial. Yo también le diría que lo vería en el infierno.

Un abrazo.

Carlos dijo...

Yo creo que vas a publicar tu libro "Historias Médicas" antes que yo el de cocina!

Un gran saludo amigo!

ROx dijo...

Como para pelicula de suspenso!

Anónimo dijo...

Hola, muchisimas gracias por tu comentario, se agradece, sobre tu blog lo que he mirado y leido esta bien, quiza para mi demasiado largo, no podria dedicar el tiempo necesario para leer por completo las historias :-(

Javier dijo...

Dr.! Escriba un libro de historias de médicos!! cada una es mejor que la otra me encantan.

Éxito.

Anónimo dijo...

y el pum!!??? Me dejó esperando el trancazo del tiro... Muy bueno el manejo de la tensión y el entusiasmo, además de los diálogos que van llevando al climax del disparo, que nunca se nombra pero que queda inminente. Casi que fui hilando la historia visualmente, con planos focales cerrados y close-ups, hasta que al final la cámara giró directamente hacia el forense y la pistola, terminando con un acercamiento de su rostro mientras le daba el último good-bye al recepcionista.
Muy bueno, muy bueno. Felicitaciones, Doc.

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

Espero el otro...

Todo lo mejor para ti

PS: El mongol ataca de nuevo. Es mongol?

Wari dijo...

Què estas esperando para sacar un libro ah? Te digo que yo tambièn me estoy volviendo adicta a estas historias.Buenìsimas!!
Saluditos :)

La Hija de Zeus dijo...

Me gusto mucho el cuento. Gracias!

Anónimo dijo...

ASOMBRO TOTAL!!
El don que tienes para narrar en esta historia..es asombrosa..
estoy en suspensoooooo!
=)
en espera de lo que sigueee..
=)

Saluditos!

Lorenna dijo...

Tiempo si visitarlo mi Doc. Espero siga igual de sexy. Un beso.

Viv. dijo...

Si bien no es el tipo de historias que prefiero leer la escribiste muy bien y me deja intrigada.
Besos.

Rodolfo N dijo...

Mi amigo: que buena historia!, que final!
Un abrazo

Anónimo dijo...

Solo de visita para dejarte mis saluditos y desearte una linda semana.

=)

@Igna-Nachodenoche dijo...

...Y en la realidad se leen historias parecidas, tus relatos enganchan amigo, y a medida que lees siempre intriga el trato final, que vas a darle.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Excelente, me encantan, siendo tal vez boba te diría que guardaras la mejores para un libro -boba porque perdería de leerlas acá-...

Saludos

Luis Bond ∴ dijo...

Epale!! Estuve un poco perdido de la blogsfera y cuando regreso, zas!! Con lo ke me encuentro!! Ya lei la anterior y esta... uff!! estan demasiado buenas!! Tal como dijeron alla arriba, deberias guardarlas para un libro o una recopilacion o ke se yo!! No lo has pensado? ._.

Anónimo dijo...

Me dejas asombrada... es un cuento increíble!! esto es demasiado Protheus;)) tengo que ponerme al día, imperdonable mi ausencia

Anónimo dijo...

BESOS muchoss

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

Si le dieras a la gente un poco más del enorme talento literario que tienes, este sería un cuento tonto.

Tan sólo lee entre líneas, tú eres un genio en ello.

Espero otro, otro, otro y otros...
Todo depende de ti y del tiempo.

Todo lo mejor para ti.

PS: Aún no me respondes, necesitas la caja de lápices y el sacapunta?