BIEN A LA MEDIDA

Al verla, el boy-scout entendió de inmediato que muy difícilmente volvería a presentársele una oprtunidad como aquella para cumplir con al menos una de sus tres buenas acciones del día. Corrió al encuentro de la anciana que, de pie en la transitada esquina, parecía desesperada por conseguir cruzar la calle.
De inmediato el chico tomó a la viejecita del brazo y la guió entre el denso y desbocado tráfico hasta la esquina de enfrente, ignorando las débiles protestas que le acompañaban.
"Una buena acción", pensó. "Ahora solo me faltan dos."
Pero, tras ese pensmiento, uno más esclarecedor y poderoso lo dominó:
"Si la hago cruzar dos veces más, ya habría cumplido mis tres buenas acciones del día."
Sin perder un segundo, el chico hizo cruzar a la anciana dos veces más la concurrida esquina.
Cuando finalmente se detuvo junto a su conducida en la acera contraria a la cual dio inicio a tan disparatado periplo, la conducida trocó las protestas en llanto franco y escandaloso.
-¿Qué pasó, señora? Si ya cruzó la calle sana y salva.
La anciana le lanzó al chico una mirada reprochadora y de pesar, y replicó:
-¡Pero si yo estaba esperando desde hace rato mi autobús en la otra esquina! ¡Y ahora se me fue!
El boy-scout se alejó de la escena rápidamente, sin responder, lamentando lo malagradecidas e incomprensibles que pueden llegar a ser algunas personas.

Moraleja:

"Aún antes de actuar,
de frente o retroceder,
mucho se ha de cavilar
las bondades de facer."